Manuel Mialdea Lozano
Bienvenido a mi Blog. Un pequeño espacio donde compartir nuestra común afición a la caza y al campo. Gracias por visitarme

miércoles, 8 de julio de 2015

UNA MONTERÍA REDONDA Y UN TRUCO QUE MUCHOS DESCONOCEN.

Amigos todos y seguidores de mi Blog:

   45º en el termómetro de la estación meteorológica del aeropuerto... que son como mínimo 3 menos que en Córdoba capital al estar cerca del río y en zona de regadío. Guacharros (que así llamamos aquí a los pollos de gorrión), muertos en el parque al pie de mi casa, caídos de los arboles simplemente asfixiados...y lo que es insólito: También pollos de mirla, con lo que aguantan esos bichetes.
   Miro las predicciones y la cosa no bajará de los 40º al menos en los próximos 15 días. ¡Dios mío, como lo van a pasar los animales en el campo! Pena me da y me temo un "pequeño" desastre.
   Yo me subo a Las Mesas, en unión de mis buenos amigos, 10 días a partir del día 18 con ánimo de pescar bass y rallar como está la finca...y también tiemblo si no mejora la cosa. En fin, ya os contaré.    Ahora vamos a lo que toca, aunque no se como me saldrá esta entradilla porque estoy "amorcillao", como los venados con un tiro de codillo instantes antes de rodar.



   El artículo que os dejo aquí se publico el mes pasado en CAZA MAYOR y os lo cuelgo por partida doble; en primer lugar debidamente escaneado, y después, como me se torpe en estas artes informáticas, copiado directamente del documento original en word. Fue una montería de allá por el año 1989 dada en la mancha del Espartero, de la finca La Cruz del Madroño, en Almodovar del Río, aquí cerquita como el otro que dice.


      A la izquierda Curro Spínola. A la derecha Rafa Carranza, un amigo que ya nos dejó.

El día fue uno más de los poquitos que salen redondos, sobre todo por la compañía de ese gran montero y mejor persona que es Curro Spínola. Sí que quise aprovechar, ya que se me vino al majín, contaros acerca del viejo truco de sacar los perros de la mancha cuando está sopada de marranos, y dejar a las escopetas colocadas en sus pasos, ¡Funciona, ya lo creo que funciona! Pero claro, hoy en día, con tantas prisas y disparidad de "protomonteros" se ha vuelto impracticable salvo en contadísimos manchones que se echan entre un puñado de amigos bien avenidos. Y aquí lo dejo o me voy a repetir más que la migas si no se riegan con un buen vino tinto y mucha agua y bicarbonato en el zurrón
   Recibid mi mejor abrazo veraniego y besos para las señoras.
   Lolo Mialdea
   En Córdoba a 8 de julio de 2015





Una montería redonda y un truco que muchos desconocen

La Cruz del Madroño. Mancha del Espartero (29-1-89)

                                                                                                        Lolo Mialdea
                                                                                                        Lolo Mialdea@gmail.com


Curro Spínola y un servidor nos habíamos puesto de acuerdo en aquella ocasión para compartir puesto y en mi ánimo no pesaba, de momento, más que echar un buen rato en tan grata compañía. Luego pesaron dos factores: Sacamos un buen paso y la mancha estaba atestada de cochinos.
El puesto en cuestión, el 4 del cierre de la Cruz de Paquito Martínez, era perfecto en  distancia de tiro y agarre de monte para los marranos, lo que nos hizo concebir ciertas esperanzas de tirar, aunque la finca no era por entonces ninguna “virguería”.
Pero fue el caso que nada mas soltar comenzaran a oírse tiros por todos lados, sobre todo por debajo de nosotros. Entonces y dadas las circunstancias empezamos a tomarnos en serio aquel cachondeillo.
En la junta habíamos echado la moneda al aire y me tocó a mí tirar primero - dentro de lo que permiten los cochinos, pues se sobreentiende que si el otro ve la oportunidad de tirar con garantías, el primero no ha de molestarse - por lo que estaba más que pendiente a los acontecimientos.  Sin embargo, cuando quise darme cuenta tenía una marrana grandota parada en unas lastras con solo unos espartos tapándola, y ¡a solo 30 mts! Como llegó hasta allí sin que la oyéramos sigue siendo inexplicable para mí. Solo le puse la cruz en el codillo, tiré de gatillo y calló redonda. ¡Bien empezamos!, me dije, ¡Y facilito!
                 -¡Bien matada, Lolo!, exclamó Curro.
                 -Venga, que te toca y esto está que arde.
Pasarían como 10 min. y una ladra avisaba de que algo se nos acercaba. Pronto oímos el romper de monte y saltó otra animalita del estilo de la mía, pero más baja y lejos y a ¡“caraj.. sacado”! Curro la puso a rodar de un magnifico balazo de su Mannlincher 300 WM.
                 -¡Joer, que tiro, Curro!
                 -¡Toma nota!, me replica el muy cachondo.
                 -¡Como entre otra te vas a enterar, Buffalo Bill!, le contesté exultante.
Otros 10 min. y un tarameo anuncia la entrada de otro cochino, este faldeado de abajo a arriba. Me entró a cascaporro y lo pude tirar mucho antes, pero como ya no lo salvaba ni la Santísima Virgen, esperé el momento propicio recreándome en tan bella estampa. Al final se paró entre unas chaparreras y los 150 grains de la “RWS H Mantel” del BRNO .270 la dejó en el sitio.
                 -¡Coño, Curro, que media hora!, ¿Entraran más?, le dije nerviosito y sobreexcitado.
                 -¡Joer!, en este plan, ¿Quién sabe?, ¡A mí me va a dar algo!
Y todo esto nos pasaba a dos monteros con muchísimos tiros encima, y es que como la montería no hay nada para sacarte el corazón por la boca.
Terminó aquello y no tiramos más, pero hasta que nos levantaron del paso seguimos en tensión y lo pasamos de put.sima madre.
Días como este en que confluyen varias circunstancias, como lo inesperado de los lances y el buen rollo entre amigos, son los que hacen de una montería normal en una especial e inolvidable.

Si aquel día llega a haber un Capitán de Montería competente y saca los perros del monte  dejando las posturas en su sitio un par o tres horas más, se matan el doble de cochinos, pues es bien sabido que los marranos que se han quedado maroteados en la mancha, empiezan a salirse solitos cuando creen que todo ha terminado y no queda un perro ni perrero en lo espeso. Es al cabo de un buen rato cuando empieza un continuo chorreo de tiros que no para mientras haya tíos en sus puestos y solo se levantan los monteros porque se echa la noche encima.

Viví una de estas en la Umbría del Gato allá por los 70, donde dada la certeza de que estaba sopada la mancha de cochinos, Antonio García-Arevalo, más conocido por entonces por “El Primoroso”, el organizador, dicto estas instrucciones. Yo iba con la escopeta, y recuerdo que mi tío Andrés, al que acompañaba, tiró un cochino enorme durante la montería y luego, tras un buen rato y en absoluto silencio que se nos pidió, cobró dos marranos mas como el casi todo el mundo. Diego Canals, compañero de clase entonces y amigo aún, puede dar fe de lo que digo, que el mató un marrano con la escopeta del .20 que llevaba. Lástima que los que cobró mi tío entraran largos y no los pudiera tirar yo con la escopeta. Pero claro, aquellos eran otros tiempos… Se cobraron, en lo abierto entonces, más de un ciento de marranos y un buen puñado de venados, algunos muy buenos. Lástima no tener fotos de aquello.

Me parece que ya está todo dicho, pero por si acaso alguien no ha cogido los últimos comentarios, he de decir que “La PACIENCIA es la madre de todas las ciencias”.

Lolo Mialdea
En Córdoba a 2 de diciembre de 2014



jueves, 11 de junio de 2015

CARTA DE UN MONTERO, PESCADOR Y EDITOR DE VIDEOS

Amigos todos:

Ante todo disculparme por mi larga ausencia en mi propio blog, y es que cuando pega el temporal de firme solo queda meterse detrás de una piedra, al socaire, y aguantar lo que te echen a pie firme.
El caso es que nuestro buen amigo Juan de Dios Bonilla, muy conocido en este blog por sus numerosos reportajes de caza, me mando una carta que ha publicado en su propia web y que por su contenido y buen juicio - y cierta calidad a la hora de escribir, que sabéis que es condición "sine qua non" para aparecer por aquí - me ha decidido a publicarla por este otro canal que me es propio
Que si, que ya se que es lo mismo que tantos expresan de continuo, ya lo se, mas me apetece que lo leáis y expreséis vuestra opinión.
Sin más le cedo los trastos de escribir a Juande y si lleva razón "que Dios se lo premie, y si no que se lo demande"
Recibid un cariñoso abrazo y besos para las señoras
Lolo Mialdea

                                              
                                               Juande en su faceta de cámara de vídeo


Si me lo permiten ustedes, quisiera hacer una pequeña reflexión, que considero importante y que nos atañe a todos los aficionados y amantes de la Caza y de la Pesca.
 Actualmente, y desde hace 6 años, me dedico de forma autodidacta a la realización y producción de Reportajes y Documentales sobre Caza, Pesca y Naturaleza. Exhibo mi trabajo a través de un Canal de YouTube y de una página Web. A parte, mis compañeros y yo tenemos un perfil aquí, en Facebook, (Naturaleza, Caza y Pesca)
Es posible pues, que muchos de ustedes me conozcan y así mismo mi Facebook y canal de YouTube y Web.
La cuestión que me atañe y que me hace reflexionar, viene derivada y motivada por la cantidad de lindezas y sutilezas que a diario debo soportar, sobre todo de visitantes a mi Canal de Youtube. Lindezas referidas a la virtud de mi querida madre, a la honestidad e integridad de mi padre y sobre las cosas que más de uno dice que le hace y hace – ya quisiera él - con mi mujer mientras estoy cazando, pescando o realizando alguno de mis reportajes. Pero eso amigos míos, en el fondo me resbala, no me causa ansiedad ni desasosiego, entre otras cosas, porque para que los comentarios de los internautas y espectadores aparezcan en mi Canal, primero los tenemos que aprobar algún miembro de mi equipo o yo, y como es lógico, son eliminados sin tan siquiera terminar de leerlos.
 Quizás si estos energúmenos impresentables sin educación ni calidad humana alguna, que por qué no gustan de estas nobles actividades de la Caza y la Pesca, las atacan con el insulto, la vejación y las amenazas - que por cierto son delito - fueran conscientes de que lo que escriben es baldío y estéril, porque no va a llegar a nadie, ni nadie lo va a leer, quizás no perderían el tiempo miserablemente, ni tampoco perderían su dignidad humana. ¡Pero no, amigos míos! No son estos los que me preocupan. Los que me preocupan verdaderamente y los que me hacen reflexionar e inquietarme seriamente, son otros, son los que escriben y piensan cosas como esta, que cito textualmente, con el arte del copia/pega:
"YBR125R Hace 1 día: A pesar de que parezcamos muy civilizados, avanzados y tener tanta tecnología Seguimos siendo los mismos seres primitivos y salvajes de tiempos antiguos, no hay tanta diferencia entre los cavernícolas de hace tiempo y nosotros, solamente que antes cazaban para sobrevivir, ahora maltratamos a los animales por deporte sintiéndonos lo máximo. No me importa que menciones que es legal y para control de exceso de población eso no quita que ahora solo es por deporte. Viva el canal de este neandertal. Saludos."
¿Qué significa esto? Pues para mí significa que hemos o estamos fracasando en un concepto y una cuestión muy importante, de la que quizás dependa el futuro de nuestra afición y nuestra actividad. Mientras existan individuos que opinen y piensen así, quiere decir que la sociedad no es consciente de la importancia que supone la Caza y la Pesca (La bien entendida, no la furtiva ¡Por supuesto!) como medio regulador y sostenible del medio ambiente, como recurso natural renovable, susceptible de explotación racional, motor de desarrollo económico en el medio rural y actividad favorecedora y depositaria de un servicio inestimablemente a la conservación de muchas especies, que en el siglo en el  que estamos, de otra forma se habrían extinguido ya. 
Ciertamente, como dice este señor, (al menos se despide con un "Saludos" y no con un insulto, vilipendio o infamia) la Caza y la Pesca, han evolucionado desde los albores de la humanidad, en los que subsistíamos como cazadores, pescadores y recolectores. Actualmente, desde las ancestrales revoluciones agrícola e industrial, estas actividades ya no son esencialmente necesarias, para nuestro sostenimiento. Pero precisamente por las anteriormente citadas revoluciones agrícola e industrial, así como por el actual desarrollo demográfico y tecnológico del mundo en el que vivimos, el medio natural y los distintos ecosistemas, (en la mayoría de los casos) no son capaces de regularse ya a sí mismos y es ahí donde precisamente interviene el importante papel de la Caza y la Pesca sostenible, como medio de subsanar y corregir esta grave deficiencia ¡Sí! Ciertamente, provocada por el hombre, pero deficiencia al fin y al cabo. A mi modesto entender, esta es la evolución que ha sufrido la caza, desde nuestra Prehistoria hasta nuestro presente y, actualmente, con respecto a esta cuestión existen dos tipos de individuos; los que han perdido el instinto y los que aún lo conservan, y parece ser que estos primeros, no están por la labor de comprender y respetar a los segundos y mucho menos, entender la función que como Cazadores y Pescadores desempeñan en el mundo actual. Evidentemente practicamos estas actividades por afición - a nadie vamos a engañar a estas alturas, - pero también es cierto que de nuestra actividad bien entendida, regulada y legislada, se derivan las anteriores y beneficiosas consecuencias para el medio ambiente. Técnicos medio ambientales, biólogos, investigadores, profesores y ecologistas serios y de verdad, así lo entienden, aunque parece ser que no así lo difunden convenientemente y por eso considero de vital importancia, las labores de divulgación y concienciación social, ya que la mayoría de los profanos, solo entienden, o quieren entender, que nuestra actividad es matar animales y obtener placer o satisfacción por ello.
Posiblemente la mayoría de nosotros tenemos todo esto claro, pero mientras el resto de la sociedad, no lo vea también diáfano, estamos fracasando en nuestra labor y condenando nuestra actividad a su desaparición. Tengan en cuenta ustedes, que voces como las del individuo anteriormente mencionado y citado, son cada vez más numerosas y cada vez más tenidas en cuenta.


                                                          Juande como pescador

Reflexionemos pues y hagamos un análisis y examen de conciencia si queremos ver la continuidad de nuestra actividad y nuestra afición, siendo además conscientes como lo somos, de que la total y absoluta prohibición de la caza y la pesca, (aunque parezca un contrasentido) supondría un desastre ecológico de magnitudes casi insospechables, para el medio ambiente, con picos poblacionales descompensados y preocupantes de la mayoría de las especies, con plagas destructoras incontrolables y con la extinción de muchas especies, en otros casos, vegetales y alimento primario por lo demás.
Perdonen ustedes tan extensa disertación, pero no he sido capaz de resumirla en menos líneas y consiéntanme también, con permiso de los administradores, invitarles a realizar un pequeño recorrido por mi Canal de YouTube; Juan de Dios Bonilla, por mi Web y por mi Facebook; Naturaleza, Caza y Pesca. Es totalmente gratuito. Yo no vendo nada, solo exhibo mi trabajo y realizo o pretendo realizar funciones de divulgación, como lo haría cualquier artista en una galería, y lo único que percibo, son pequeñas cantidades por la publicidad que YouTube y la Web inserta en mis reportajes, que apenas dan para cubrir los gastos, pero al menos son un reconocimiento a la labor y el esfuerzo ¡Vamos! Lo que un parroquiano diría; para que no se te quede la cara de idiota por la inversión realizada en cámaras de alta definición, equipos informáticos, programas de montaje y edición de vídeo, horas de trabajo (quitadas al tiempo libre y a la práctica de la caza y la pesca) y los gastos y dietas de desplazamiento.

En Córdoba a 5 de junio de 2015
Juan de Dios Bonilla
judaragor@gmail.com
 Web: http://www.naturalezacazaypesca.com/

martes, 24 de marzo de 2015

LOS MANCHONES DE FIN DE AÑO

Amigos de mi Blog:

Tras algunas entradas autorizadas por el siempre maestro "Polvorilla", ya era hora de colgar algo mío, en este caso lo que publiqué en CAZA MAYOR del pasado febrero, mas como se trata de lectura...¿a qué extenderme más? Solo decir que, leído casi todo lo escrito por los diferente autores desde el S. XIX hasta nuestros días, que aquellos manchones familiares debían ser lo más parecido a las monterías de que nos hablan deleitándonos siempre. "Yo me lo guiso y yo me lo como", podríamos decir. Tan solo prescindíamos de escopetas negras y "serviciarios" o criados, fuera de lugar en nuestro tiempo, aunque siempre ejerciéramos alguno de nosotros de tales, cargando el aire para beneficiar a los compañeros. Espero que os guste y os divierta. Os prometo que fueron reales como la vida misma.


Os lo paso en forma de fotos para mayor comodidad vuestra, Tan solo deberíais ampliarlas un poco si la letra os resulta pequeña. No obstante os copio al final el documento original para facilitaros las cosas a la hora de leer aunque me salga un poco de márgenes. Cosas de ser un indocumentado informático.
Si que quiero recordaros las condiciones ventajosas para adquirir mi libro "40 años monteando narrados en primera persona". Los interesados escribidme a lolomialdea@gmail.com



Como siempre, recibid un fuerte abrazo y besos para las señoras
Lolo Mialdea
lolomialdea@gmail.com






  
LOS MANCHONES DE FIN DE AÑO

Lolo Mialdea

lolomialdea@gmail.com



Durante muchos años pasamos la fiesta de fin de año en Las Alcornocosas antes de que llegara la administración a retractarla y echar a perder todo lo bueno que allí hizo Horacio Arenas. Nos reuníamos entre 5 y 6 familias y lo pasábamos como los indios a base de buen humor, buen llantar y mejor beber. Por lo general echábamos 4 o 5 días paseando y registrando manchones por la mañana y tirando zorzales por las tardes.  Aunque por entonces no parábamos de montear… ¡Aquello era el sueño de todos los años!
Era costumbre ya establecida que el día 2 de enero – el 1 estábamos bastante estropeados por motivos obvios – manchonear Los Duques entre los que allí pernoctábamos y algún otro que se nos unía, dando unos pelotazos increíbles en los que lo raro era que alguien se quedara sin tirar porque Los Duques son un pedacito de jamón que nunca nos fallo dándolo con los fríos. Fueron muchos años pero he aquí un par de ejemplos de dos consecutivos.

 Los Duques 2 de Enero de 1.983.
El manchón de las emisoras

Habíamos pasado un fin de año extraordinario allá en la sierra, e iniciamos, dándonos un día de descanso para que se nos pasara la resaca, la que se convertiría en una tradición que duraría muchos años y que a mí personalmente, siempre se me dio muy bien. ¡Ya verán si siguen leyendo!
Si vas a Montoro o Adamúz y preguntas cual es la mejor mancha de Las Alcornocosas, te responderán los monteros y furtivos viejos: ¡Los Duques, sin duda! Y es que esta manchita de la finca, aparte de tener unos encamaderos envidiables, está prácticamente rodeada de los olivares de Alcalá y Las Piedras de la Sal, con lo que eso supone para las comidas de los bichos del campo.
Por la época en que hablo, ya concluidos los trabajos del AVE, como con un hacha gigantesca la habían desgajado del resto de la finca, dejando tras ser mallada para la seguridad del ferrocarril, dos únicos nexos por los que comunicarse con el resto: Justo bajo los dos viaductos que saltan los arroyos, uno más pequeño y otro de enorme altura.
Pero no por ello dejó de ser una extraordinaria mancha siempre que se diera con mucho frío. Se prestaba pues a ser manchoneada con un pequeño número de escopetas y pocos perros. Vamos, ¡Ideal para lo que se trataba!
Quiero recordar que entre los que ya estábamos allí arranchados y los que subieron el día de marras, estábamos presentes, amén de Horacio, su primo Antonio, Rafa Ruda, Jesús del Campo, Joaquín Eguren (qepd) y el que esto cuenta, en total 6 escopetas, que bien situadas podrían cubrir el manchón. Por descontado que se podían poner más pero como no se trataba de tapar cada agujero, bastaba y sobraba porque solo tirábamos cochinos y les conocíamos las huidas.
Para batir el monte dos rehalas: la de Joaquín y la nuestra, pues Gabino estaba deseando conocer lo de Horacio.
A mí me tocó cubrir la loma que recorre como una espina dorsal lo más alto de Los Duques, y como todos estábamos intercomunicados por “walkies” esperábamos suplir la carestía de posturas avisándonos unos a otros la entrada de los cochinos y así contar con unos valiosos segundos para mejorarnos, o en mi caso prepararme para tirar, pues donde estaba solo contaba con unos metros en el raspil.
Nada mas soltar los perros en el segundo viaducto, el chico, y donde nace la vereda por la que Horacio, Jesús y yo habíamos accedido para ponernos, se formó la mundial de de ladras y arrollones de monte, y al par de minutos sentí tirar a Jesús por bajo mía, y al poco a Horacio que se había rebajado desde donde yo estaba para cubrir la solanilla opuesta. Por  las emisoras supe que ya había dos marranos en la buchaca.
Yo esperaba haber tirado de primeras, pero el cochino que corrió en mi dirección lo mató Horacio. Lo que si me entraron fueron cuatro lindísimos venados y vi vaciarse dos cochinos por los olivos de Las Piedras de la Sal que estaban sin cubrir. ¡Habría que esperar a que los perros le dieran la vuelta al manchón y que llegaran a la solana grande que cubrían Rafa Ruda, Antonio Arenas y Joaquín Eguren bajo el viaducto grande este último.
Llegado ese momento empezaron a tirar como locos Antonio primero, y luego Rafa, y yo no sabía si echar mano del rifle o del “walkie”, ya que Isa estaba cámara en ristre, y opté por terciarme el primero y coger el segundo con la mano derecha presto a soltarlo al primer aviso.
           -¡Lolo, ahí llevas los cochinos, lo menos 15…!, acerté a oír la voz de Rafa Ruda deformada por el  crepitar de la radio mientras esta volaba hacia mi abrigo, e inmediatamente empecé a oír el crujir del monte derechito a lo más angosto de mi ya estrecho tiradero.
Con el rifle a medio a media guardia esperé a verlos, y en cuanto percibí el lomo negro de un marrano entre las jaras, apunté, apareciendo a la vez en el campo de mi anteojo el primer marrano junto con la veredita se serpenteaba por la loma.
¡Pum!, y sin saber siquiera lo que había pasado pegué el cerrojazo y le solté otros 150 grains de mi BRNO .270 win. al primero que asomó entre las tres rayas del visor. Volví a recargar y ya no pude ver más que el culo del último que se me tapaba no consiguiendo hacerle puntería.
Inmediatamente cogí el “walkie” y llamé a Horacio pero lo que escuché fue el bramido de su  Mannlincher 9.3x62 y al momento otro tiro mientras sentía más que oía a Isa diciéndome:
           -¡Jesús, qué barbaridad!, ¡Que montón de cochinetes!, y lo he grabado todo.
           -¡Morgan, leche, que difícil! ¿Pero has dicho cochinetes?, le pregunté con la respiración aun alterada.
           - Es que eran primalotes crecidos, menos la primera que debía ser la madre. ¿Es que no lo has visto, contra?, me contestó mi mujer preguntando a la vez.
           - Tú no sabes lo que se ve por el canuto, que la cuestión del tamaño se pierde cuando tiras de esa manera tan rápida y a bichos tan tapados de monte. ¡¿Pero me quieres decir si le he dado a alguno?! Al primero le vi entrar la bala bien, pero…
           -No estoy segura, que yo también andaba enfocando, pero si, para mí que la primera va dada. El otro tiro ha dado donde los cochinos, pero si ha cogido rasca alguno no lo sé.
El sonido de radio nos sacó de la conversación y Horacio y Rafa me llamaban a la vez no dejándome contestar a ninguno.
           -¡Uno a uno, porfa! A ver Rafa ¿Me recibes?, cambio, logré infiltrarme entre los dos.
           - Si, te recibo. ¿Te has quedado con alguno?, cambio.
           - ¡Ni puñetera idea!, ¡Quizás la cochina! Y tú, ¿Qué has hecho?, cambio.
           - Uno se ha quedado al ladito tuya, que luego te guío a que lo saques, cambio.
De pronto se oye la voz de Horacio:
           -¡Rafa, cállate ahora! A ver, Lolo, ¿me copias?, cambio.
           -Te copio, te copio, Horacio, ¿Qué has hecho tu?, cambio.
           - Me he quedado con uno, que me los has esturreado, “maldita madre”. Tú tienes una cochina muerta por encima mía, cambio.
           - ¡Vale, cojonudo! ¿Qué fue de tu primer tiro, que no te quise llamar?, cambio.
-          -¡A otro marrano!, ¡Ahora nos vemos!, cierro. A ver Jesús, ¿Me recibes?, cambio.
Pasó un ratillo y no le contestó, sin embargo Jesús me llamó a mí.
            -¡Lolo, no me digas que no me recibes, que te estoy oyendo en vivo, pero no capto a Horacio!, responde, cambio.
            -Si Jesús, te recibo. ¿Qué has hecho tu?, que será lo que quiere preguntar Horacio, cambio.
            -Dile que un cochino. ¿Y vosotros, ¿qué habéis hecho?, cambio.
            -Cada uno un marrano. Ahora le paso tus noticias a Horacio, ¡Y dejad de llamar que parezco una “titi” telefonista, que soy el jodido repetidor!, cierro.
            -Horacio ¿Me oyes?, cambio.
            -Te recibo, cambio.
            -Jesús otro cochino, cierro.
            -¡Vale!, cierro.
            -¡Riiiin, riiiin, soy Antonio. Yo otro más. Pásalo, que yo te oigo de perfecto!, cierro.
            - A ver Horacio, aquí Lolo, que me dice Antonio que él ha cobrado otro. ¿Me copias?, cambio.
            -Sí. ¿Ha tirado el “Bamburen” bajo el puente?, cambio.
            -Dos veces, pero una habrá sido a la cierva que le encargaste y la otra a la vez que Ruda, pero no creo que se haya quedado con ningún marrano, cambio.
            -Vale, que ya voy para arriba, corto y cierro, terminó Horacio.
            -¡Coñe, Isa, que coñazo!, la próxima vez coges tu el “walkie”. Vamos a registrar los tiros a ver si ha sonado la flauta con el segundo.
Trincamos en busca de la vereda donde había tirado y nada más llegar vimos las jaras espolvoreadas de rojo.
-         -Mucha sangre es esta para uno solo. Vamos a seguirla un poco, le dije a Isa mientras escrutaba suelo y monte, y lo primero que vi allí mismo es que había una sangre brillante y otra negra. ¡Pues los dos van dados!, añadí cogiendo el rastro.
Al poco de volcarme sentí toser a Horacio para que lo rallara, y yo le devolví la señal con un silbido, y a la nada nos juntamos justo en el sitio donde se desdoblaba el rastro.
             -No busques mas, que el otro lo cogieron los perros tuyos. ¿Ves el papel que dejó Gabino? Si quieres ve a por él, pero es un primalón y por lo que a mí respecta lo va a recoger un guardia. Ese para los “animalitos del bosque”, pobreticos!, me resolló el jefe.
             -¿La grande esta cerca?, le interrogué.
             -Sí, ahí en la cañailla, al ladito de la mía, me contestó. A ver si llegan los perreros y el guarda y los arrastramos.
Y es que habíamos quedado con los que montearon aquello en que se juntaran con nosotros en mi paso, cosa que sucedió a los pocos minutos, y tras sacar las marranas arriba, el resto fue casi dejarlas rodar hasta donde teníamos todos los coches.
Cuando nos reunimos en el paso de Joaquín Eguren - que había visto salirse un montón de venados - echamos cuentas y resulta que todos habíamos tirado y matado, que Joaquín también tumbó la cierva para el frigorífico. Total 7 reses entre los seis, contando la mía que se había quedado para los “juanicos”. ¡Eso es divertirse y lo demás son pegoletes!, y todo en poco más de una hora.  Cuando llegaron los perreros con su dotación al completo abrimos unas cervezas de la caja que yo había echado en el Discovery y disfrutamos uno de esos ratos que me resultan imposibles de describir.

 Dicen que “los buenos perfumes se guardan en frascos pequeños” y eso es absolutamente cierto en el caso de Los Duques, e iría más lejos: Todas y cada una de las partes de una finca, hasta la más insignificante “mariposa” de monte, tendrán su momento a lo largo del año. Todo es cuestión de aprenderse el cazadero, pensar un poco y registrar en condiciones.
A, por cierto, al día siguiente me monté un recechito por el carril de Los Espejitos y cobré un par de ciervas para regalárselas a los guardas y olivareros vecinos por las fiestas. ¡Debuten, Juaqui! (Ahora dirían algo así como: ¡Que fuerte!)

Los Duques 2 de Enero de 1.994.

Cómo siempre el manchón de Los Duques no me falló, aunque si he de decir la verdad anduve un poco chambón e incluso estúpido. La cosa fue como sigue:
En aquella ocasión estábamos algunos más que el año anterior y me encargué de colocar la armada de arriba, poniéndome el último, contra la malla de Las Piedras de la Sal, y si digo que es mal puesto estaría mintiendo como un bellaco. Tan es así que lo repetí al año siguiente.
Allí el paso lo forma un largo y suave collado que muere en el morrete que corona Los Duques. En su parte más alta tiene el monte ralo, pero en lo más lejano la cosa se complica con tal solo un viejo veredón casi completamente comido por el monte. Atrás, los olivares de la antes mentada finca, malla de por medio.
Nada mas soltar se lió “la de San Quintín”. Desde mi privilegiada posición vi tirar a Horacio por dos veces y pronto me entraron un par de venados y unas pocas ciervas. La rehoya hervía literalmente de reses y perros. No sabías ni a donde prestar la debida atención y tuve que pedir a Isa que dejara la cámara para mejor ocasión y vigilara mi frente mientras yo me ocupaba de los meneos más cercanos. ¡Un verdadero espectáculo para todos los sentidos!
De pronto salta mi mujer:
           -¡El cochino, derecho o a cruzar la raya vieja, allí lejos, y me señalaba con el brazo extendido.
En aquellos cortísimos segundos no fui capaz de echarle el ojo encima ni de ver movimiento de monte que me ayudara a saber por dónde exactamente iba a saltar el veredón, y cuando quise darme cuenta ya estaba casi pasado, pero como ya le había cogido el viaje lo entreví donde las jaras estaban más claras y lo tiré con toda la intención del mundo… ¡Sus mulas!, debí matarlo, pero se fue bien sano, mas no hubo tiempo para lamentarse.
Barranco arriba sentí lo que a todas luces era otro cochino que venía derechito a cruzarme a unos 40 ms. Al pronto se paró y por un momento temí que nos delatara el aire, pero mi subconsciente me recordó que lo tenía franco en la cara. Reinició su avance pero esta vez despacito, y volvió a pararse un par de metros antes de saltar a lo limpio. Lo normal, pensé, y ahora volverás a hacer lo mismo en el corte del monte y allí te voy a matar.
Entonces hizo lo más raro del mundo: ¡Se destapó y se quedó parada en mitad del claro! y como yo le iba corriendo la mano, le pegué tal tiro en los jamones que dio media vuelta. Recargué rápido dispuesto a rematarla pero no hizo ni el más mínimo movimiento. ¡Estaba completamente muerta de un tiro de jamones! ¡Aun más raro!
           -¡¿Qué haces?, remátala, que va a dar un bote y se pierde!, me pidió Isa que a esas alturas de su vida montera sabia ya más que muchos que se creen maestros. Como yo la tenía metida en el visor no me cabían dudas, de modo que le dije:
           -¡Niña, aunque no te lo creas está fundida!
            -Pero si solo tiene un tiro de jamones!, arguyó certera.
           -Pues eso es lo curioso. Esta tan muerta como si el tiro lo tuviera en la cabeza. ¡Que cosas!
Cuando Gabino llegó a mí, le pedí que esperara a que el perrero de Joaquín también coronara porque quería, visto lo visto, que entraran a la solana de manera diferente a como se echó el año anterior. En estas estábamos, de cháchara, cuando con el rabillo del ojo vi otro cochino por los pasos del primero.
           -Espera, espera, Gabino. Isa, otro por donde el que se me fue, interrumpí la conversación.
Esta vez le tenía cogida la ventaja y lo esperé a que se destapara situando la cruz del anteojo en el sitio esperado. Al momento apareció en el campo de visión, le corregí un poquito y le dejé volar una píldora. ¡De esta no te has librado, mamón!, pensé instantáneamente.
           -¡Coño, que tiro las pegao al chaparrillo!, oí a al perrero decir mientras vi como un arbolito caía a tierra como segado por un hocino.
No me entretuve con menudencias y le largué otro tiro mientras se tapaba.
           -¡Trasero!, dijo Isa, con el asentimiento de Gabino.
           -Pues entonces otro que se ha ido a criar, que lo más fácil es que se cuelen por la gatera de ahí abajo. ¡Maldita sea su estampa!
           -¿Pero no hay ninguna escopeta puesta en el arroyo?, me preguntó mi guarda crítico, como acostumbrado que estaba a armar una mancha.
            -Que va, que no somos suficientes y todos se quieren poner en lo bueno. Además ya estás viendo el pechugón que hay que subir después, le contesté frustrado.
            -Pero si ese es sitio capital, exclamó
           -Ya lo estoy viendo. Es que aquí, donde estamos, no se había puesto nadie antes y no sabíamos el tejemaneje de la gatera. El año que viene se pone ahí una escopeta ¡por mis niños!
A todo esto ya había dado la cara por lo lejos el otro perrero y lo paré con una seña indicándole que se acercara.
           -Venga Gabino, que vamos a ver como emperejilamos esto.
Nos juntamos los tres en mitad del collado y le estaba explicando a Pepe lo que pasaba cuando…
           -Lolo, que te llama Horacio por el “walkie”, que dice que qué leche hacéis los tres charlando, me llama Isa.
           -¡Dile que se calle, que ya se lo contaré, cojones!, y luego cierra el aparato sin esperar respuesta. A lo que íbamos, que ya estás viendo el panorama Gabino y corrígeme si me equivoco. Yo creo que tú te tienes que rebajar hasta la misma gatera mientras Pepe echa el corono para volver los cochinos que tomen ese viaje, si puedes claro. Tú, Pepe, en cuanto le des bien a los altos, te paras hasta que Gabino se te adelante un poco y cuando lleguéis a mitad de la solana ya os ponéis a la mano hasta el final.  Es que con el frío que ha hecho y estando incluso la umbría como habéis visto, sopada, excuso deciros la que se va a liar en la solana grande. ¿Qué os parece?, solté de corrido.
           -Que ya es tarde para evitar que se cuelen más por la gatera, pero si volvemos alguno y corre arriba, no está mal traído, dijo Gabino.
           -Que queréis que os diga. A mí me estáis dejando lo cómodo, asintió Pepe.
           -¡Pues arreando, que es gerundio!, los apremié.
           -¿Cómo dices, que no te he entendío lo último?, me preguntó el bueno de Pepe, porque Gabino ya estaba acostumbrado a no hacerme caso cuando soltaba alguna palabreja que no entendía.
           -Nada, nada, que adelante, que todavía queda lo mejor.
En resumidas cuentas los perros nuestros pararon un cochino y lo remetieron a la mancha y otro casi arroya a Gabino pasando la gatera sin que lo pudiera evitar, y en cuanto se me volcaron y deje de oírlos empecé a sentir el eco de los tiros que pegaban Rafa, Antonio y mi hermano Juan, y el latigazo que pegó Joaquín Cabezas donde yo estuve el año anterior. Al ratillo tiraron también Jesús y Joaquín Eguren, que volvía a estar bajo el viaducto, o fue al revés, no me acuerdo bien.
Pero como si no hubiera tenido bastante, oímos de repente crujir los alambres de la malla a nuestra izquierda y un enorme cochino se escurría por el olivar de soniche, faldeándose, de modo que me iba a entrar a mi por lo limpio, y yo cometí el error de no encender rápidamente la emisora y decírselo a Horacio para ver que hacía.
Por un lado el marrano había saltado de lo que monteábamos y era perfectamente tirable, pero por otro, estábamos manchoneando con “menos papeles que una liebre”, y si había problemas con la guardería de los Herruzo e intervenía la Guardia Civil, aquello podía terminar en desastre.
A todo esto ya me saltó el marrano a la parte de los olivos que yo dominaba bien, y como es lógico me eche el rifle a la cara y lo fui siguiendo en su majestuoso trotecillo. ¡Era un cochino de los de “tirar cohetes”! y pude verle sin problemas como le blanqueaba la boca, exageradamente, del pedazo de defensas que tenía. Pude matarlo diez veces pero se impuso la prudencia al ansia y lo dejé pasar incólume. ¡Puedo asegurarles que se me encogió el corazón!
El resultado del manchón de Año Nuevo fue la leche. Si no me salen mal las cuentas se cobraron 9 cochinos y una cierva, volviendo a tirar todo el mundo.
Cuando nos juntamos todos bajo el viaducto chico, en cuanto me vio bajar Horacio se me acercó y me preguntó:
           -¿Es que no has visto el marranazo que se ha salido por los olivos?
           -Pues claro, que lo he podido fusilar sin más problemas, le respondí.
           -¿Y como no lo has tirado, hijo de tu madre?
           -¡Jobar, por prudencia! Los vecinos nada saben de qué íbamos a montear y pensé que ante la duda lo mejor era abstenerse. Pero ni se te ocurra reprochármelo, que la procesión la llevo por dentro.
Horacio se quedó un rato pensativo y al final me dijo:
           -Has hecho bien, aunque si lo tiras tampoco hubiera pasado nada, y de pronto se echó a reír y añadió:
           -¡”En el pecado llevas la penitencia”!, !a joderse tocan!, y salió corriendo al ver que yo me agachaba a coger una piedra.

Para aquel día no hay moraleja pero si una reflexión que me hice en aquel momento: Ya iban dos monterías seguidas y en ambas había pecado de prudente. Tomé la firme decisión de no cometer más veces el mismo error, al menos en casa de los amigos, y más de una res ha pagado con su vida aquella decisión.
Ahora si toca moraleja: ¡No me hagan ni puñetero caso, no sea que se metan en un lío!



En Córdoba a 28 de noviembre de 2014 (Extraído del que será mi próximo libro)
Lolo Mialdea
lolomialdea@gmail.com

viernes, 20 de febrero de 2015

EL SOLANO* o EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE JUNIO

Amigos de mi Blog:

*El Solano es un viento con fama de dar calenturas (o ventoleras, que decimos por estas tierras del Sur profundo) Sopla secándolo todo, incluso el magín, y, por lo que leo al maestro Polvorilla, según la región donde se mora, es de poniente o de levante.
Con esta aclaración, probablemente innecesaria, doy paso a otra narración de M.J. Polvorilla, a quien "contimás" leo más admiro.
...Y para aquellos que prefieren las imágenes a las letras, os facilito el enlace del trailer del último reportaje de NaTZaYa! Naturaleza y Aventura. Con él me hice novio cámara en mano aunque el mérito es de Juande Bonilla, magistral con el "maquinillo" y el posterior montaje:

http://youtu.be/H3IOE7vdQjI



Y sin más os copio el relato. ¡¡Que lo disfrutéis!!

Recibid un fuerte abrazo y besos para las señoras.

Lolo Mialdea.

EL SOLANO

Siempre fue mejor navegar con bandera de pendejo…

Noche oscura, como la boca de un lobo, como las entrañas de un pozo, como las esperanzas de un pobre… Linterna de petaca y faro de bicicleta que desprende un haz de luz en una noche que ventea y seca el estío sin piedad ni achaque…

Junio. Mes de fríos, calores, hielos, granizos, sudores, centellas y tormentas. En junio todo y nada puede ocurrir. Y me acurruco debajo del quejigo desde el que pretendo vigilar un gastado alambre donde un macario de buen porte tiene frecuencia de paso. Por su rastro veo que marca poco la mano izquierda. Debe estar aspeado, cojo o simplemente se quiere burlar de mí. Ya me lo creo todo. En esto de la caza, que nada me atrae, lloro y río a la vez.

Qué torpeza no echar un jersey. Más torpeza aún no tener un trago de agua fresca con el que aliviar el reseco del poniente. Menudo aire. La mies se derrite por las inclemencias de un tiempo que no obedece más que a los caprichos de una primavera que se niega a ceder el testigo al verano… No hay luna. Y las estrellas se empiezan a empañar con un cielo emborregado y cárdeno, tenebroso, que parece que va a estallar en gritos de tantísimos días de sol y lluvia. La naturaleza –el campo digo- no soporta que le atosiguen, que le vapuleen o que le manden. La sierra es dueña de sí misma, de sus inquietudes y locuras. Y no queda otra que someterse a su capricho incesante y voluptuoso.




Son las dos. Y la noche está pecaminosa. De lejos se forma una descarga eléctrica. Avanza como un venado por un brezal. Vamos Polvorilla, espabila o te empapas. Beso mi medalla de la Virgen de Guadalupe. Su metal, aunque peligroso, es lo que más me protege. Vamos a casa, ya has demostrado tu incompetencia de cazador desesperado. Mañana hilarás la historia según te salga de los pinreles. Pero ahora, anda ligero para el coche…

No veo un carajo. A lo lejos estallan rayos. Sigo sin ver. A la linterna se le ha ido la pila. Los destellos de la noche me marcan el camino. No estoy nervioso. Siquiera inquieto. Sinceramente hoy me encuentro por encima del bien y del mal. He salido de paseo y como excusa he echado el trabuco como animal de compañía. Si entra que entre. Y si no me voy a cenar la tortilla igualmente…




Llego a la linde del rastrojo. El coche está a poco trecho. Por curiosidad me calzo los binoculares apoyado por un destello de la tormenta apremiante… Bingo. Sin quererlo un bulto enorme serpentea por el rastrojo, escondiendo sus miserias por entre las pacas de paja… Nuevo destello, lo veo bien. Anda cojo de la mano derecha. Está cuajado en carnes y cabeza. Es macho, va solo. Noche de nuevo…

Yo paso de lo que tiene que ver con la caza, pero me sudan las manos y me palpita fuerte el corazón. Se cuajan mis instintos. Descuelgo mi mochila, me aprieto el puñal y pesco el rifle encorvando mi figura para fundirme con el rastrojo. Con la penumbra del relámpago, segundos 
después, se oye el estruendo… Corro escondiéndome entre las pacas a cortar metros hacia mi objetivo. A ver qué pasa granuja….

He avanzado tantas veces como destellos ha escupido el cielo. He jugado al escondite con una noche temible, con un cochino tremendo y para más INRI rengo y pendejo como el más rastrero de los enemigos.

Lo siento ajeno a la penumbra, a lo inhóspito de la noche y a mí. No habrá ni veinte pasos. Apoyo mi silueta sobre la paca de paja apuntando a una oscuridad que no me deja ver a dos palmos. Quito el seguro fijando mi mirilla sobre el sonido de sus mandíbulas que mascan trigo calmo y sosegado sereno por lo desapacible de la ventisca, de los rayos y de unos momentos que invitan a todo menos a pasear una escopeta… Con otro relámpago se hizo de día… Y antes de que sonara el estruendo del cielo apreté el gatillo dispuesto a partirme el dedo en mil cachos…

Un trallazo me despertó de mi sueño. Estaba dormido, apoyando mis desgracias contra un quejigo milenario, vigilando una gatera gastada de un cochino que aparentemente cojea, o así lo pregona su rastro… Una tormenta se acerca. Conmocionado por la siesta, cansado por la guardia y rendido por el esfuerzo camino dirección al coche mientras a lo lejos las estrellas se visten de tormenta mientras un sueño me rebota en las sienes con una realidad tan cierta como el solano que me azota la cara…

M.J. “Polvorilla”



miércoles, 11 de febrero de 2015

MONTERÍA EN LA REAL ENCOMIENDA CASTILLO DEL MOCHUELO

Amigos de mi blog:

Hoy menos literatura y más imágenes: Nuestro amigo Juan de Dios Bonilla & Wife grabaron este divertidísimo vídeo cuya ruta de acceso es:

1º entrad en http://www.naturalezacazaypesca.com/ y a continuación
2º clicad en vídeos y elegid Caza Mayor
3º Buscad la montería de la Real encomienda Castillo del Mochuelo, que está la primera..y hacer clic sobre ella.


Por si alguno es tan torpe como yo podéis entrar directamente en el enlace

http://www.naturalezacazaypesca.com/index.php?option=com_allvideoshare&view=video&slg=montear-en-la-real-encomienda-quot-castillo-del-mochuelo-quot&orderby=default&Itemid=67




Personalmente os recomiendo que exploréis a fondo la web. Encontrareis muchas y divertidas filmaciones caza mayor y menos así como de pesca.

Ojala os lo paséis tan bien como yo . Sin más os dejo tranquilos para que os empapéis de lances.

Un fuerte abrazo.

Lolo







martes, 13 de enero de 2015

UN LANCE DE REMATE

Amigos de mi Blog:

Hoy os traigo el artículo que publiqué en TROFEO en diciembre pasado titulado UN LANCE DE REMATE. Yo lo nombré como "Un día para no olvidar" y con razón lo cambiaron en la redacción pues no hacía referencia para nada a la caza, pero es que para mi fue eso, un día para no olvidar.

                Mis cuchillos de remate. El de la izquierda es el protagonista de esta historia-

Por otra parte y dado que no soy capaz de escanear con la fidelidad y tamaño necesarios para leer con comodidad, he añadido al final el texto directamente del documento original, si es que consigo encuadrarlo debidamente. Soy un total inútil para la informática.

También he de dejar claro que este relato lo entresaqué de uno de los capítulos de mi próximo libro de editaré con el título de "Desde el 2 de Los Caserones", pero eso será cuando termine de vender "40 años monteando narrados en primera persona". Desde aquí os animo a haceros con alguno de los ejemplares que me quedan. Con escribirme a mi correo lolomialdea@gmail.com y os informaré de las últimas condiciones de compra, sumamente ventajosas.





 
                              Y aquí el prometido texto original


        Un Día para no olvidar.

(Alcornocosas 26 de febrero de 1995)



Mi cumpleaños, ¡Valla tela!
Decidió Horacio cortar la montería de una manera muy rara, y es que con una finca así uno puede hacer filigranas, y como la Loma permanecía abierta decidí volver a mis comienzos en aquella casa y ponerme en el paso donde solía los primeros años, el numerado como 14 de la Loma de la Higuera y en la misma compañía de entonces, junto a Isa, que grabó el lance, y Rafa Cadenas. ¡Todo un lujo!
Llevaba porteando desde que me casé un extraordinario cuchillo de monte regalo de los hijos de Gabino, nuestro Guarda. Se trata de una verdadera obra de arte: Cruceta de plata maciza con un venado repujado a cada lado y empuñadura de asta de venado, igualmente grabada por un lado con un venado acosado por perros y un cochino en la roseta. Una maravilla como digo, pero una nulidad a efectos prácticos al ser en exceso pesado, estar descompensado y tener el mango demasiado grueso, pero les había prometido que lo bañaría en sangre y no cejé en el empeño hasta que en este día lo conseguí. Inmediatamente lo colgué como adorno en mi casa y aquí sigue, mientras yo volví a mi viejo “Muela” con hoja transformada a mi gusto.
A medida que se nos acercaban los perros entraban más y más reses cervunas. En una ocasión se pandeo una torada de machos por el regajo de la derecha y a pesar de que Rafa e Isa me aseguraban que iba un venado entre ellos yo solo veía varetos. Lo tiró mi amigo con su Express y se quedó con él. ¡Ole sus cojines!
Aquello tuvo la  virtud de liberarme del deseo de que el matara primero, que yo estaba harto de tirar balas y él, por mor de su trabajo en Doñana, apenas si monteaba.
Al poco rato sentimos una ladra bien por encima de nosotros y todavía muy lejos, y por “las maneras” supimos que de un cochino se trataba. El caso es que pronto les dio esquinazo a los perros y se hizo el silencio, hasta que suelta Isa:
           -¡El cochino, el cochino derechito!, y se puso a filmar.
En efecto, justo enfrente un cochino de buen porte bajaba “engalgado” pendiente abajo.
Me eché el rifle a la cara y lo vi tan claro a pesar de que me entraba de pico que, casi sin querer, apreté el gatillo y salió el marrano dando tumbos cayendo al carril frontero, se medio repuso y siguió rodando pendiente abajo hasta acabar en el arroyo.
           -¡Jesús, que tiro! ¿Pero como no lo has dejado que cumpliera? No espera, no me respondas. ¡Lo tenias clarísimo!, y empezamos a reír los tres con la ocurrencia de Rafa, y es que me conoce tan bien………..
Pero el bicho seguía vivo y lo sentíamos resollar en su intento de escurrirse arroyo abajo, y como ni Rafa ni yo permitimos que las reses sufran más de lo imprescindible, decidimos que el bajaría al remate con el Express y yo guardaría el paso por si algo entraba. ¡Para eso estábamos dos escopetas en el puesto, que era una huida de responsabilidad!
En el poco rato que tardó en llegar, algunos perros buenos que la habían seguido por el rastro ya la tenían agarrada y a sus ladridos acudieron algunos más, formalizándose el agarre en toda regla, por lo que mi amigo no pudo hacer la faena encomendada por temor a herir algún perro.
           -¡Lolo, baja con el cuchillo, que esta está muy entera y va a tardar mucho en entregarse!, me gritó Rafa que no llevaba arma de mano.
¡Cualquier cosa me estaba pidiendo con lo que a mí me gusta rematar a cuchillo!, y encima la cochina, que eso era pero muy grande, tenía ganas de pelea. ¡Tiempo me faltó para bajar como un rayo en busca de la “batalla”!.
¡La escena que me encontré era bellísima en toda su carga de dramatismo! En su pelea con los perros la zarza donde se encontraba aculada se había convertido en una bóveda, y donde antes hubiera sido imposible entrar sin un “calabozo” ahora se podía penetrar a pie erguido. Además estaba efectivamente más que viva pues el tiro, hecho de frente, la había partido por detrás, casi en el rabo, y andar no podía mucho, pero se mantenía levantada de adelante dando unos tremendos jetazos y bocados a los perros. No me lo pensé dos veces y me fui a por ella, pero Rafa, razonable, me sujetó diciéndome:
-¡Quieto parao! Espera a que lleguen perros de fuerza que la cosa esta peliaguda!, y no pude por menos que darle la razón.
Yo sufría y gozaba a la vez, y en cuanto llegaron un par de “amastiaos” y medio la sujetaron, uno por la oreja y el otro por los jamones, hice mi primer intento serio de rematarla. ¡Ni pa el demonio! En cuanto me vio cerca pegó un empellón que me obligó a retroceder mientras castañeaba los dientes como una leona. ! Que bicho tan valiente!
Isa, que mientras tanto grababa el meneo desde el carril, nos llamó diciendo:
           -¿Pero qué pasa ahí abajo?
           -¡Que no hay manera de entrarle hasta que no la sujeten mejor!, pero tu estate tranquila, le respondió Rafa.
Pasaron otro par de minutos hasta que a aquel jaleo tan grandísimo acudieron dos mastines “verdinos” que se tiraron a ella sin siquiera pararse, que en su impulso hasta arroyaron varios compañeros y que al hacer presa obligaron a la marrana a girarse dándonos la espalda.
           -¡Ahora, Lolo, ahora!, me impelió Rafa, y yo, que ya estaba en camino, me eché encima del bicho y con todo el peso de mi cuerpo le hundí la enorme hoja de cuchillo hasta la cruceta. ¡El animal exhalo un gruñido agónico e hinco las manos y yo pegué un salto atrás para ver el efecto de la puñalada!
           -Tranquilo que ya está muerta, me dijo Rafa a mi lado.
           -Ya lo veo. ¿Tú has visto en la vida cuchillada tan fulminante? ¡Cojonudo, es que parece que le hubieran dado la puntilla!, exclamé verdaderamente extrañado de lo mortal que había resultado la hoja de aquel flamante cuchillo.
           -¡Es que eso no es un machete, es una espada, contra!, me dijo sonriendo mi compañero de tantas fatigas.
Un rato permanecimos dejando que mordieran a su gusto los perros sin importarnos si algo mas cumplía al paso y luego los foreamos para que no la destrozaran y emprendimos la retirada.
           -A costado trabajillo, ¿No?, dijo Isa.
           -Ni te lo puedes ni imaginar. ¡Qué bocados pegaba la fiera esa!, le dije aun excitado por el remate.
           -Anda, toma este trapo y límpiate la sangre, que pareces un matarife, me dijo Rafa tendiéndome una toalla que llevaba en el zurrón, y es que estaba de sangre desde el pelo a los zahones.
La verdad es que ni me acuerdo de si tiramos algo más o no. ¿A quién le importa? Había vivido uno de esos momentos inolvidables que tanto buscas en el monte y que tan pocas veces encuentras y me sentía henchido. Además había cumplido mi promesa de mojar en sangre aquel cuchillo tan bonito.

Isa lo grabó todo con la cámara, desde el tiro, pasando por su espectacular caída rodando, hasta la  escena del agarre……! Pero desde su atalaya! En el fragor del momento no caí en pedirle que bajara y solo se aprecia en la película el moverse del monte y los sonidos del lance. ¡Suficiente testamento!

Recibid un fuerte abrazo y besos para las señoras.

Lolo Mialdea